Muchapalabreria
22 de feb de 20201 min.
Por Ayelen Rodriguez
Me desplazo como un río, desde mis brazos y mis piernas, llegando cada día más lejos.
Pierdo mis manos y mis pies para convertirlos en canales, túneles, extensiones de energía similares a la música.
Pierdo mucho y gano otro tanto, en este camino variado, vistoso, viscoso, válido y vacío, valiente y venenoso.
Mientras me desplazo, me extiendo, me agrando, me envuelvo en canciones, me enamoro y vuelvo a odiar.
Un día, en el que ya no ví mis extremidades, y entendí no conocer mis límites, me eché a correr como quien mira televisión en un sofá. Corrí en mi mente estando quieta por horas, relajada y descansando después de descubrir que estaba buscando respuestas dónde no las había; buscando respuestas que, simplemente, estaban en mí.
Me desplazo como un río, desde mis brazos y mis piernas, llegando cada día más lejos. No es que le encuentre un sentido a esta agua artificial, pero es mi naturaleza la que me encuentra en esta cama leyendo esto, preguntándome estas cosas.
La imagen corresponde a lo que se ve desde el vidrio de la ventana del consultorio el viernes 21/2/2020 por la tarde.