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Primaveras. Amor a la verdad

Actualizado: 29 mar 2019

Por Ayelen Rodriguez


Mujer, si puedes tu con Dios hablar,

pregúntale si yo alguna vez te he dejado de añorar.

Y el mar, espejo de mi corazón,

las veces que me ha visto llorar, la perfidia de este amor[1].


Voy a comenzar con una definición poco liviana para desplegar el eje de este texto que pretenderá ser poco liviano como suele pasar cada vez que se habla de las mujeres, de la historia y de la clínica psicoanalítica. Probablemente no hay otra manera de decir algunas cosas; y además algunas palabras tienen fuerte valor en esta sociedad y en esta cultura. Comenzaré diciendo entonces que: la sexualidad esta en el lenguaje. Y tal es así, que cuando nos dirigimos a “el” o a “ella” añadimos esa cuota de lo “sexual” en el otro, quien quizá no es ni tan “el”, ni tan “ella”.

Por citar un ejemplo (que no es cualquiera) diré que la primavera es la única estación del año “femenina”. En el Complejo Museográfico “Enrique Udaondo”, en Lujan, Pcia. de Buenos Aires, Las cuatro estaciones del año conforman un grupo de esculturas talladas en mármol de carrara en estilo neoclásico, traídas especialmente de Barcelona (España) a principios del siglo XIX para decorar los jardines de la casona porteña que se había construido Don Manuel Mateo Masculino, el artesano y empresario creador de los famosos y estrafalarios peinetones que hicieron furor en el Rio de la Plata por los años 1830. La primera de las esculturas corresponde a La Primavera (única figura femenina del conjunto), es una joven doncella coronada de flores, vestida con un quitón (túnica liviana usada en la antigua Grecia) que porta una cesta llena de flores.


EN LA HISTORIA

En el transcurso de la historia, en todas las culturas, ha aparecido la figura de “la” mujer con esta doble vertiente: protectora, tierna, cálida, por un lado, y déspota, impredecible y cruel por el otro. A veces un mismo personaje encarna esta dualidad.

Según el mito de Hesíodo, en la Grecia antigua Pandora es la primera mujer, siendo Zeus quien ordena su creación para castigar a la raza humana, porque Prometeo se había robado el fuego divino para dárselo a los hombres. Cada dios le otorgó a Pandora una cualidad como la belleza, la gracia, la música, etc.; pero Hermes (mensajero e intérprete de los dioses) puso en su corazón la mentira y la falacia, con el fin de configurar un "bello mal". Zeus le entrega a Pandora una ánfora[3] que no debía abrir. En ese recipiente, sin supuestamente saberlo ella, estaban encerrados todos los males de la humanidad: la enfermedad, la venganza, la ira, etc. El mito indica que movida por la curiosidad, Pandora no pudo resistirlo y abrió la caja. En ese momento todos los males se repartieron en el mundo. Así, asustada, Pandora cerró la tapa justo cuando el ultimo objeto iba a salir: la esperanza (de ahí la frase “la esperanza es lo último que se pierde”).

Pandora, primera mujer, cae en la tentación de hacer lo que no debe por querer saber y descubrir. Desconociendo cuanto estaba arriesgando, su valentía y su ansiedad la llevaron a abrir la caja. Para Jean-Pierre Vernant, filósofo e historiador francés, el rol del mito de Pandora es el de la justificación teológica de la presencia de fuerzas oscuras en el mundo.

En la literatura hebrea, Adán tuvo como primera esposa a Lilith, una mujer muy hermosa. Cuenta la leyenda que no había una buena relación entre ambos, pues cuando él quería acostarse con ella para mantener relaciones sexuales, Lilith se negaba, considerando que la postura recostada que él exigía era ofensiva. Ella no habría obedecido la orden de sumisión que le habría impuesto Adán y cansada de que Dios no atendiera sus reivindicaciones, decidió abandonar el Paraíso y habría aceptado a los demonios del mundo como amantes, dando vida a muchos miles de niños demonio.

Adán pidió el retorno de Lilith. Pero ante su negativa de regresar, Dios decidió darle una nueva compañera a su creación: una tal “Eva”, que tuvo un poco mas de fama.

En la mítica historia judeocristiana de Adán y Eva, es sabido, estos comieron la fruta prohibida por Dios. En la Biblia dice (Génesis 3:6 La Biblia Latinoamericana): "Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos, y que el árbol era codiciable para alcanzar la sabiduría, y tomó su fruto, y comió". Seguidamente Dios sale al encuentro de Adán, que culpa a Eva, y ella hace lo mismo con la serpiente. Dios castiga a los pecadores, a Adán le exigirá pagar “con el sudor de su frente” y a Eva la condenará a “parir con dolor”.

En un inicial pasaje de la Biblia puede leerse (Génesis 2:16): "Dios dijo al hombre: de todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás...". Es entonces Eva, la que curiosa y codiciosa quiere saber. Y ella no solo es pecadora entonces, sino que con sus artimañas vuelve pecadora a “toda la humanidad”. La manzana, no aparece en ningún pasaje, sin embargo ha quedado inmortalizada por los primeros pintores que graficaron este mito y la colocaron como símbolo de tentación. De forma paralela, la manzana siguió ligada al saber por eso tradicionalmente a los maestros se les regala una.


EN EL PSICOANALISIS

En “Lo que Lacan dijo de las mujeres”, C. Soler inicia su libro escribiendo: “Freud no hubiera inventado el psicoanálisis sin la graciosa colaboración de las histéricas”[4]. Habla de la famosa paciente de Freud, Anna O., e historiza parte de lo que se sabe de la verdadera Berta Pappenheim. Soler sentencia que “Annas” hay por lo menos dos: una enferma, triste y angustiada pero normal y otra sonámbula, loca, mala y alucinada. Entre ellas se desconocen, y a través de la hipnosis, cuando la Anna sonámbula habla, la Anna de la vigilia se cura de sus variados síntomas (ceguera, sordera, parálisis parcial de brazos y piernas, y una grave afección en el lenguaje).

Lo cierto, dice Soler, es que Anna “…fue verdaderamente plantada. No sabemos nada de la joven abandonada. Sin duda, le placía estar en una posición de tercera entre los esposos Matilde y Joseph Breuer, y también entre Marta, su amiga, y el mismo Freud”[5]. Su tratamiento se dió por terminado antes de que ella estuviera “curada”. Ni esposa, ni madre, Berta terminó cuidando huérfanos, abogada y defensora de los derechos de las mujeres.

Miller, en su texto "Otro Lacan," sostiene que dentro del dispositivo analítico el sujeto está sometido a una histeria estructural, no solo porque se ve dividido por los efectos del significante, sino también porque se ve lanzado a la búsqueda del significante de la mujer que haría falta para que exista la relación sexual[6].

En el consultorio del analista, mujeres se presentan manifestando su dolor, y también su goce. Escuchamos angustia, enojo, quejas, celos, felicidad, regocijo, libertad. A veces solo una cosa, otras todo a la vez.

Mentirosas, infieles, bellas, traicioneras, madres, lujuriosas, protectoras. Mujeres que quieren saber y se arriesgan a descubrir algo novedoso, su verdad, en sus respectivos análisis, tal vez como las mujeres mitológicas que en búsqueda de conocer han pecado.

Estas mujeres son sujetos del psicoanálisis, y en ese sentido se trata de una verdad que está lejos del saber de la ciencia, sino que ocupa un lugar en el discurso. Dice Lacan: “la verdad no es otra cosa sino aquello de lo cual el saber no puede enterarse de que lo sabe sino haciendo actuar su ignorancia”[7].


AYER, HOY Y MAÑANA

Para Aristóteles el universo es eterno, así como la especie. Ya no están ni Pandora, ni Eva, pero siempre habrá mujeres y siempre habrá primavera. En todo caso el mito, dice Lacan, “se esfuerza en dar una articulación simbólica más que una imagen”[8]. Y habrá mujeres y flores pues la mujer no es una cuestión universal. Hacer la referencia de un sustantivo con el artículo la, no es lo mismo que hacerlo con el artículo una.

Las pacientes se angustian por caer en la ilusión del amor, la más grande de las trampas según el psicoanalista D. Salamone quien dice: “La ilusión fundamental que se juega es la ilusión de fusión con el ser amado, el hacer de dos uno (…). Puede resultar romántico pensarlo, pero los dos sexos no se complementan”[9]. Luego de tal desilusión, quizá solo pueda sostenerse el amor a la verdad, a un lugar en el discurso.

Perfidia, sustantivo femenino que significa deslealtad, traición y/o maldad, es el título del bolero que encabeza este texto y representa una forma más entre otras de expresar artísticamente esta dualidad supuesta en una mujer y lo que ella provoca. Interpretaciones cuyo margen de arbitrariedad dan cuenta de que nunca se puede abarcar totalmente el objeto, pero permiten seguir pensando esta cuestión; como lo es este texto dando una interpretación posible a parte de la historia occidental. El tango de Ismael Aguilar “Sos mujer”[10] lo expresa de esta manera:

Yo no sé si sos promesa

que no pasa de malicia;

si ofreces una caricia

y clavas un alfiler.

Si la risa perfumada

que me dan tus labios rojos,

es traición agazapada

en el fondo de tus ojos.

Si es verdad o si es mentira

que vos sos esa mujer

que por un querer suspira,

y se burla del querer”.



BIBLIOGRAFIA

Blanca Sánchez (2014). El empuje a la mujer y las estructuras clínicas, en Revista Virtualia, N° 29, consultado en http://virtualia.eol.org.ar/029/template.asp?Lo-femenino-y-la-sexualidad/El-empuje-a-la-mujer-y-las-e structuras-clinicas.html.

Lacan, J. (2010). "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Escritos II, Siglo XXI.

Lacan, J. (2010). "Posición del inconsciente". Escritos II, Siglo XXI.

Santa Biblia: La Biblia Latinoamericana. (1995). Editorial Verbo Divino.

Real Academia Española (2001). Diccionario de la lengua española. Consultado en http://www.rae.es.

Salamone, Luis Darío (2010). El Amor es vacio. Grama Ediciones.

Soler Colette (2015). Lo que Lacan dijo de las mujeres. Paidós.

Vernant, Jean-Pierre (1973, trad. 1986). Mito y pensamiento en la Grecia antigua. Ariel.

[1] Letra de “Perfidia”, bolero del mexicano Alberto Domínguez (1907-1975), compuesta en el año 1939.

[3]Ánfora: cántaro alto y estrecho, de cuello largo, con dos asas, terminado en punta, y muy usado por los antiguos griegos y romanos. Fuente: Diccionario de la lengua española. Consultado en http://www.rae.es.

[4] Soler, Colette (2015). Lo que Lacan dijo de las mujeres, Paidos. Pag. 17.

[5] Soler, Colette (2015). Lo que Lacan dijo de las mujeres, Paidos. Pag.18.

[6]Blanca Sánchez (2014). El empuje a la mujer y las estructuras clínicas, en Revista Virtualia, N° 29, consultado en http://virtualia.eol.org.ar/029/template.asp?Lo-femenino-y-la-sexualidad/El-empuje-a-la-mujer-y-las-estructuras-clinicas.html

[7] Lacan, J. (2010). "Subversion del sujeto y dialéctica del deseo en el inconciente freudiano", Escritos II, Siglo XXI. Pag. 759.

[8] Lacan, J. (2010). "Posicion del inconciente". Escritos II, Siglo XXI. Pag 805.

[9] Salamone, Luis Dario (2010). El Amor es vacio. Grama Ediciones. Pag 32.

[10] “Sos Mujer”, tango de 19587. Letra de Ismael Aguilar y música de Enrique Munné.

La foto fue tomada personalmente en el museo.

El texto fue presentado en las XIX Jornada de la Red, organizada por el Colegio de Psicólogos de la provincia de Buenos Aires, Distrito XII, en el año 2016.


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