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#07
Ni Una Menos: Susana Chávez Castillo, una poeta que deberías conocer

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Le gustaba que la llamaran SuChaCa, tenía una energía y entusiasmo arrolladores y, entre risas, cuentan sus amigos que no solo la conocieron, sino que también la padecieron: podía ser una bromista insoportable. Supo desde muy chica que quería ser escritora, sus primeros poemas datan de cuando tenía once años. Formarse en su ciudad fue un desafío debido a la escasez de bibliotecas, librerías y por supuesto, de obra escrita por mujeres. Leyó a Alfonsina Storni, a Gabriela Mistral, a los poetas malditos, a modernistas y a románticos. Algún varón le dijo alguna vez que no tenía futuro como poeta. De grande estudió psicología. Practicaba la bibliomancia: sacaba al azar una página de un libro y predecía el futuro de quien quisiera escuchar. Imaginaba su libro de poesía publicado con la misma claridad e intensidad con la que veía que un día, las mujeres asesinadas de su ciudad, encontrarían justicia.

Susana Chávez era de Ciudad Juárez, México, una región marcada por la violencia, el avance del narcotráfico, el crimen organizado y la ausencia total del Estado. En ese contexto SuChaCa hizo poesía, no sólo en el papel, también en lo cotidiano de su vida. Recitaba versos en cualquier lugar —podía hacerlo por horas— y, en cualquier lugar también, denunciaba la desaparición sistemática y el asesinato sin culpables de cientos de niñas y mujeres. Se unió a organizaciones feministas, militó, buscó a las desaparecidas. Su lucha hizo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenara al Estado mexicano: lo hizo responsable de los crímenes.

susana chavez castillo ni una menos.jpeg

Sin romper la memoria

 

¿Dónde?

durmiente del desierto

tu flecha silencio

no me atraviesa.

 

¿Dónde?

con tus pies caminas

sin romper la memoria.


 

La obra de Susana puede consultarse en un blog que continúa activo, donde, durante dos años fue subiendo poesía y reflexiones. También se publicó un libro, uno muy parecido, quizás, a aquel con el que se había ilusionado durante tantos años. Vivió poco. Hizo mucho. Todo lo que la dejaron. 

A Susana Chávez se le atribuye la frase “ni una mujer menos, ni una muerta más". En la Cruz Rosa de Clavos, un anti-monumento situado en Ciudad Juárez, dejó colgada la frase “ni una más”. 

primera tormenta susana chavez.jpg

Mujer hacha

 

Mujer

  lejana,

  improbable

disfrazada de razón,

fuerza sin sangre.

 

Hechicera mocosa, echada a sus sienes

a quien le nombran incertidumbre.

 

Abismal de lo interno que no sabe ademanes,

cautivante con sus silencios.

 

Atroz,

irresistible al deseo de morder la noche,

vacilante en desencantos,

embellecida por cuentos,

reposada en la distancia.

 

Mujer instante,

  hacha

que arrastras,

que cortas lenguas esparciéndolas

en la mano de Dios que se retuerce de risa

contigo.

 

Fugitiva de tu captura saldré

sabiendo perfectamente

que eres invencible.


 

En 2011 tres varones asesinaron a SuChaCa, el fiscal del caso dijo que fue “un encuentro desafortunado” y se dio a entender que la víctima tuvo parte de responsabilidad. Amnistía Internacional hizo una declaración pública repudiando los hechos. En 2015, en Argentina, ante un hecho terriblemente similar, una periodista pregunta en redes: “¿vamos a hacer algo? Nos están matando”. Lo siguiente fue la calle que se llenó de mujeres. Renació la marea feminista. El legado poético de Susana Chávez la abrazó y de su emblemática frase surgió esa que hoy es bandera: Ni Una Menos.

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Sangre nuestra

 

Sangre mía,

 de alba,

 de luna partida,

 del silencio.

 de roca muerta,

 de mujer en cama,

 saltando al vacío,

Abierta a la locura.

Sangre clara y definida,

 fértil y semilla,

Sangre incomprensible gira,

Sangre liberación de sí misma,

Sangre río de mis cantos,

Mar de mis abismos.

Sangre instante donde nazco adolorida,

Nutrida de mi última presencia.

.

ni una menos argentina.JPG

10 años de la marea feminista en Argentina

 

El 3 de Junio de este año se cumplieron diez años de aquel primer #NiUnaMenos y pasó algo curioso: ese día no se salió a marchar. No. Porque este año el lema es “unir las luchas” y, entonces, la invitación fue a unirse a la marcha del miércoles 4 de los Jubilados. Pero no estuvieron solo ellos, también se unieron científicos, universitarios y médicos, entre otros. 

En estos años pasaron muchas cosas. Un año después del asesinato de nuestra poeta latinoamericana, se habla por primera vez en México de la figura del feminicidio. Tanta agua corre bajo ese puente que hoy, en 2025, en ese país hay por primera vez una mujer como presidenta. En Argentina, desde aquel primer grito de rabia, también hubo logros. Quizás los dos más atesoradas, la legalización del aborto y la ESI en las escuelas. Pero en este presente, después de tanto revuelo, se pone en tela de juicio nuestro proceder. Se dice que el movimiento feminista “se pasó tres pueblos” o que “exageró”, y se pretende “revisar” los derechos adquiridos. “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados.” dijo Simone de Beauvoir. 

¿Y qué diría SuChaCa? ¿Qué poemas saldrían de esa mujer artista, visionaria? Habrá que seguir practicando la bibliomancia con su poesía, que sigue siendo cuerpo, fuego, conjuro. Habrá que contar su historia. Decir su nombre. Como ella nombraba a las desaparecidas de su tierra. Hacer tripas corazón para no creer que no tiene sentido. Porque lo tiene y porque es importante. Porque a pesar de tanto dolor, podemos decir que no nos vamos sin haber ganado un poquito más de terreno. Que ya no es gratis la misoginia aunque siga tan expandida. Que aunque no abunden las herramientas y haya que defenderlas con tanta bronca y tan cansadas, nos tenemos, nos creemos y nos cuidamos. 

No estamos solas, como sí lo estuvieron prácticamente todas antes de nosotras. Y tenemos a todas esas hermanas y ancestras de nuestra parte, las dignificamos cada vez que desparramamos semillas de lucha en la calle. A vos también nos encomendamos, SuChaCa —bruja, poeta, memoria—, para que nos sigas hablando. Que mientras tu poesía se nos haga carne, voz, movimiento, no van a poder doblegarnos.

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