Por María Cristina Valdes*
Amor,
amor tan bastardeado.
Amor de tantas maneras,
amor letrado, iletrado.
La rosa, el cielo, el infierno
aves, jazmines, fuego.
Amor en cuántos boleros,
mentiras en cuántas letras.
Amor en letras.
Fundirme en un profundo beso
que sin rozar mis labios me convoca,
sentir de un verso el abrazo,
que abrasando, poco a poco, me desboca.
Volar.
Ceder las riendas de mi mente a algún extraño
que desestabilice mi universo entero;
mirar, de este mundo, tanto daño,
llorar con la pena de los muertos.
Buscar los cadáveres del Plata,
soñar con los días del Venado,
bailar pausada al son de Un aire suave,
o jugar en los cuentos de Cortázar.
Marcharme en ese barco que partió de mí
hacia aquella soledad que duró cien años;
perderme en Babilonia,
pasear a la par del ciego Tiresias
por los recónditos laberintos de la Tierra.
Sentirme penetrada de las letras,
hacer que el verso azul, por fin, en mí florezca.
Latinoamérica.
Tierra de nadie,
como el amor, bastardeada,
como el amor, tan cantada,
mentiras en cuántas letras.
Beso mi tierra
Me abraza la tierra,
me cala las entrañas
la pobreza de los dueños de todas las riquezas
que hoy son nadie
pero dueños del viento y del sol.
Latinoamérica.
Me cala cada rincón del alma,
me abraza la revolución armada
de llantos, de versos, de arte.
Y sé gritar: rebeldía
y mi espíritu se anima
y en la noche tan profunda
como el dolor que me inunda
tus letras son alegría
porque juntos, codo a codo
somos mucho más que dos.
* María Cristina Valdes nació hace veintitrés años en General Alvear, Mendoza. Es una profesora de Lengua y Literatura que, a veces, sueña con ser escritora.
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