Por Ayelen Rodriguez
Se afeitó por la mañana y se fue a la fábrica. Luego, el ritual de pasar por la cafetería a degustar un cortado. Era lo que hacía con ella los viernes y desde que la había perdido trataba de hacerlo a diario para reencontrarla en algún recuerdo nuevo; los de siempre se le iban gastando, perdiendo, olvidando, como algunas de sus muecas o el olor de su piel.
Un par de horas más tarde iría a la plaza. Muchas mujeres estarían reclamando por el derecho al aborto, por la igualdad, empoderadas, empoderándose, redefiniendose, juntas. Iba a ir a sacarles fotos. Le encantaba tomar fotografías, sobre todo a personas, rostros, cuerpos; era algo que disfrutaban mucho juntos. Creía que ella seguramente hubiese elegido estar ahí. Entre los recuerdos importantes estaban las charlas, las discusiones, los intercambios posibles de una hija con un padre presente e interesado. Su voz, su tono de voz, eran algo que sentía perdurable. Sin dudas, cerrando los ojos aún podía escucharla susurrándole al oído como cuando le hacían bromas al abuelo.
En la plaza había mucho ruido, mucho amor, mucho brillo, mucho verde. En la mezcla, de tipas y formas, de cánticos y banderas, sintió escucharla entre otras voces. Legal, seguro y gratuito decía junto a las otras. Le llamó la atención un grupo de adolescentes que se reían a carcajadas y a los gritos y sacó la primera foto, y después unas cuantas más.
Se fue antes de que anocheciera pero con la plaza aún encendida; y tomó el colectivo volviendo a la casa, emocionado.
Repasaba las fotos y sentía encontrarla. Se sonreía en soledad elucubrando ideas sobre conversaciones posibles y rememoró su frescura. Inimaginable le hubiese parecido hace unos años participar de la movilización a favor de la legalización del aborto cuando antes él… sí, claro, ella logró cambiarlo tanto.
Volvió sobre la foto de las chicas jóvenes y celebró haber estado ahí y tener ahora una historia que contar sobre esa foto. Descubrió que podía tener nuevos momentos con ella muy presente a pesar de su muerte. Irónicamente se sintió contento; algo que no le pasaba desde hacía tiempo.
* Este cuento fue leído públicamente el 14/7/2019 en el encuentro de talleres realizado por La Calabaza-productora cultural. La fotografía que inspiró al relato fue tomada por Antonela Nieva.
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