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Magia - Souvenir de 15

Por Ayelen Rodriguez




Cuando cumplí 15 años, tuve una fiesta muy linda donde de souvenir los invitados se llevaban este cuento.

El mismo, fue leído en un momento de la fiesta, a través de un video previamente grabado, que se pasó por una pantalla gigante.

Cuando me encuentro con la "Ayelen" de tiempo atrás es como reencontrarme con otra que a su vez soy yo misma.

Me enternece, me divierte, me emociona.

Lo transcribo tal cual lo encontré.

El cuento se llama "Magia" y dice asi:

Una vez, en un pueblito del sur, dos amigos de nueve años se sentaron a orillas de un laguito pequeño. Ambos estaban resfriados, por eso él llevaba guantes y ella un gorrito de lana que le había tejido su abuela antes de que empezara el invierno. Durante largo rato, ninguno dijo palabra ya que ambos estaban concentrados mirando el cielo y esperando que de las nubes empezaran a caer los primeros copos de nieve. Luego, notando que todavía faltaban horas para empezar a nevar, ella quebró el silencio y decidió hablar:

- Arquímedes - dijo - descubrí una cosa.

- ¿Qué? – pregunto el intrigado ya que muy pocas veces en ese pueblo se descubría algo.

- ¿Estás seguro de que querés saberlo? – pregunto ella con cara de misterio.

- Ay, no me asustes Ernestina, decímelo de una vez.

- Bien, pero es un secreto. Prometé no contárselo a nadie – y viendo como él ponía su mano en su corazón, siguió –. Ocurrió la noche pasada, yo estaba tratando de dormir y como no podía me puse a pensar…

- ¿A pensar en qué? – preguntó Arquímedes interrumpiendo a Ernestina.

- Esperá un poco. Esto merece ser contado despacito, aunque en realidad es un poco triste. Bien, como te estaba tratando de contar, estoy empezando a sospechar de eso de que Papa Noel viaja por el mundo dejando regalos…

- ¿Cómo?- preguntó el un poco confuso- explícamelo porque no lo entiendo.

- Eso era lo que iba yo a hacer. Bien, me parece medio raro eso del trineo. Lo mismo que lo del Ratón Pérez. Los hijos de los ratones son muy chiquitos y nuestros dientes les irían muy grandes. Los reyes es otro caso, viajar toda la noche con camellos no se podría. Pero espera, no digas nada – dijo ella cuando noto que Arquímedes iba a decir algo -. Esto no termina acá. Si Papá Noel es una ilusión (y digo una ilusión porque yo lo vi en el jardín cuando tenía cuatro años, pero por ahí lo soñé y no me di cuenta), si los Reyes y el famoso Ratón Pérez también lo son, llego a la tristísima conclusión: la magia no existe.

- ¡Ay, pero por favor Ernestina! ¿De dónde sacas esas ideas tan locas? –preguntó el.

- Pero ponete un segundo a pensar, las cosas no concuerdan –dijo ella mientras él se mordía los labios.

- Ponete a pensar vos Ernestina. Eso de que la magia no existe es cosa imposible... fijate un momento y busca la magia entre las cosas que te rodean…

- ¡Pero no, Arquímedes! ¡No trates de ocultar esta realidad! Aunque sea triste y nos haga mal, hay que enfrentarla.

- ¡Sos cabeza dura, Ernestina! Bueno, te voy a ayudar un poco. A ver, a ver… por ejemplo, la libertad. Mirá para el oeste, solo campo. Ahora abrí grandes los brazos, cerrá los ojos y gritá conmigo: “¡Soy libre!”.

Ella hizo lo que él le dijo. El continuó.

- Ahora, dejá que el viento te pegue en la cara.

Esperó entonces que ella pudiera sentir realmente la libertad, esperó unos minutos y después siguió diciendo.

- Ernestina, ahora soy yo quien te cuenta un secreto – y acercó su boca al oído de ella-. Eso que sentiste, eso que todavía estas sintiendo es nada más y nada menos que magia. ¿Entendiste?

- Más o menos dijo ella.

- A ver otro ejemplo- él se puso la mano en la cabeza y de repente recordó el ejemplo perfecto-. ¡Ay por favor! ¿Cómo me pude olvidar de este?- le dio una mano y la miró.- ¡Dame un beso! – le señaló la mejilla y ella un poco colorada se lo dio. – ¡No, así no Ernestina! A ver, a ver… supongamos que me voy del pueblo y vos no me vas a ver nunca más. Vos me vas a dar el último beso de despedida, el último…

Ella entendió lo que él quiso decir, le dio el beso. Tardaron un ratito en hablar, pero después emocionado, él le pregunto:

-¿Las sentiste?

-¿Qué cosa?

- Esas cosquillitas, esas cosas que no tienen mucha explicación.

Luego de pensar unos minutos, ella le respondió:

- Creo que sí.

- Bueno Ernestina, eso también es magia. –Notando que ella ponía cara de interrogación él le explico.- Para que entiendas un poco mejor todavía, te voy a explicar lo que pasa con la señora Carlota. Ella es la que vive enfrente del almacén. Bien, su esposo viene al pueblo solo los fines de semana ya que trabaja en la ciudad normalmente. La señora Carlota, la que nos regala caramelos cada domingo en la iglesia –e hizo esta aclaración porque notó que Ernestina no sabía quién era dicha mujer-, pasa la semana entera charlando con vecinos en busca de ricas recetas de tortas de chocolate ya que a su marido le encantan. Los sábados la señora Carlota se levanta a las cinco de la mañana para prepararle las tortas a su esposo sabiendo que el llega a las ocho para desayunar con ella. Realmente las tortas de la señora Carlota son un asco, pero su marido muere por ellas. Al marido realmente le da lo mismo el sabor de la torta pera el siempre estarán ricas porque las prepara su amada mujer. En una palabra, te revelaré el mayor secreto: el amor es la magia.

- Creo que ya entendí – dijo ella quien había escuchado atentamente-. Eso quiere decir que entre nosotros hay amor, porque los dos sentimos la magia, esas cosquillitas…

- Hay diferentes tipos de amor- dijo el poniéndose colorado-. Bueno ahora podes estar bien segura de que Papa Noel existe Ernestina, la magia y el amor hacen cosas imposibles, incluso que un reno lleve por el cielo un trineo lleno de regalos, o que Baltasar ande toda la noche en un camello…

- Ahora ya estoy bien segura.

Y en ese momento empezaron a caer los primeros copos de nieve, ella le dio un beso y luego dijo dulcemente: “me encanta sentir esas cosquillas”. Se acomodo el gorro y le sonrió.



Fin.

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