Por Ayelen Rodriguez
Mientras veo a mi hija intentando tapar una botella, tratando de aprender cómo cerrarla haciendo girar una tapita, pienso en lo grande que está. Los zapatos de los meses pasados ya le quedan chicos y se puede subir sola al sillón.
Se acerca hacia mí, queriendo sentarse "a upa de mami". La observo. Está concentrada con la botella en la mano y me parece la persona más hermosa que ví en mi vida. Y no me refiero a lo físico...
Se está haciendo tarde y me cozo la calza gris con hilo marrón porque es el que está enhebrado. Mientras cozo la calza, miro de reojo que no se atragante con el pedazo de galletita que se está metiendo a la boca. "¿Una galletita? ¿De dónde la sacó?", me pregunto cuando con los dientes corto el hilo (la tijera la tengo en el lavadero y no llego a buscarla). El agujerito ya está cosido y ella el pedazo se lo acaba de tragar como si nada.
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Tal vez maternar sea de las cosas más difíciles de describir con palabras. De alguna forma, nos trasiende, nos envuelve, nos transforma. Nos desconcierta cuando nos encontramos haciendo cosas que jamás imaginábamos. Nos sorprende aunque ya sepamos, nos emociona una y otra vez.
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Tal vez maternar sea de las cosas más fáciles de describir con palabras. Es lo que muches hacemos todo el tiempo, todos los días, con amor y paciencia, como podemos, como nos sale, como elegimos, estando, cuidando, recibiendo, compartiendo.
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Feliz día de la madre a quienes maternan con deseo. Ojalá podamos ver a nuestros hijes siempre descubrir el mundo así de concentrades. Sin dudas, son las personas más hermosas que vimos en nuestras vidas.
Celebremos, quienes podemos, que tenemos el mejor regalo con nosotres.
